EDITORIAL Nº 136:
Seguimos aquí y con ganas de seguir.
El
calendario no es más que un recurso que el Homo Sapiens Sapiens inventó como
instrumento de referencia para orientarse en el tiempo y señalar esas mismas referencias
a los demás para poderse comunicarse, fijar pactos y acontecimientos. Tales instrumentos de medida del tiempo, es
decir, los calendarios, son convencionales a cada civilización o cultura, lo
que provoca confusiones y malentendidos si se pretenden interpretar desde
culturas ajenas.
El fin
del mundo es otro concepto que ha ido configurando y verbalizando cada civilización y cada cultura
como algo que tendrá que ocurrir por propio principio natural, por lógica, por
voluntad de alguien o por reducción al absurdo. Un concepto duro de explicar y
que tiene ocupadas muchas mentes muy sesudas.
¿Bueno,
y a santo de qué esta digresión filosófica precisamente en El Pimendón?.
Pues para servirnos de otra de las ocurrencias
mediáticas que se han montado los medios
de comunicación este fin de año con esa referencia al 21 de diciembre en el
que, según el calendario de los Mayas, este mundo se acababa. Bueno, pues, ya veis: hemos sacado otro
Pimendón, lo estáis leyendo y el mundo
sigue girando sobre sí mismo, en torno al sol y no sabemos en torno a qué más o
en qué dirección. De eso ya se encargan de teorizar los astrónomos, los
físicos, los filósofos y las religiones.
De
momento, nosotros seguimos aquí a pesar de esta dura crisis que nos está
carcomiendo ese bienestar social al que ya nos habíamos acostumbrado creyendo que funcionaría por inercia; a pesar
de esa sequía endémica en estas tierras monegrinas que tan dura hicieron la supervivencia a
nuestros antepasados y que sigue lastrando nuestros recursos agrícolas; a pesar de los drásticos recortes que el
actual Gobierno está infligiendo en todos los ámbitos socioeconómicos y en los
servicios públicos básicos e irrenunciables; a pesar de ese destape tardío de una vergonzante corrupción e
inmoralidad en algunos dirigentes políticos, miembros de instituciones,
banqueros, en los mercados especuladores… que han urdido una trama de desvío de
dinero público, vaciando el granero colectivo y lanzándonos, además, la acusación de haber vivido y gastado
nosotros, el ciudadano común, por encima de nuestras posibilidades. ¡Eso debe
ser: que no hemos pensado más que en gastar en ocio y florituras el dinero que
se nos proporcionaba para actividades más responsables y juiciosas!. ¡Vivir
para ver!, como oíamos a nuestros abuelos, que ya las habían pasado canutas.
Afortunadamente,
a pesar de todo ello, seguimos aquí y
con ganas de seguir. Indignados, cabreados, escarmentados, desencantados y
preocupados, muy preocupados de todo lo que está ocurriendo. Pero no por ello
vamos a renunciar a disfrutar de las cosas que tan solo dependen de nosotros.
La
variedad de actividades llevadas a cabo
en este trimestre en Robres es un ejemplo palpable de ello.