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6 may 2020

De ermita de San Miguel y cementerio (Siglos XVIII-XIX) a ermita de San Blas y parque público ( S. XX)

De ermita  de San Miguel y cementerio (Siglos XVIII-XIX)

 a ermita de San Blas y parque público ( S. XX)


 Pedro Oliván

Maqueta de la ermita y cementerio de San Blas

Ermita nueva de San Blas (1964)

 

 

    Nos encontramos con una  laguna informativa respecto a la construcción de la ermita dedicada como de la fecha de apertura del cementerio en dicho recinto. Lo que sí  podemos recordar es la dimensión singular del edificio de dicha ermita y que fue demolida  incomprensiblemente en 1963.

Tampoco podemos datar la fecha de  construcción de la ermita de San Blas en el cabezo más occidental de nuestra sierra y visible desde el pueblo de Robres como la silueta de una cesta  dominando  una espléndida  panorámica sobre toda la Hoya de Huesca, ni conocer las causas que motivaron el abandono de dicha ermita que hoy denominamos San Blas el Viejo.

    Lo que sí podemos fundamentar es la  creación del cementerio de San Blas hacia la segunda mitad del s. XVIII y que fue  utilizado hasta finales del siglo XIX en que entró en funcionamiento la parte originaria del cementerio municipal actual en Camino Senés.

    La datación del cierre del cementerio adosado a la Iglesia parroquial, sobre el que está construida la actual abadía o casa parroquial la podemos basar  en las normativas eclesiásticas  y administrativas que dictaron como  consecuencia de las sucesivas pestes de gripe y cólera que se sufrieron en España, así como a la reducción de espacio que sufrió el cementerio parroquial al ampliarse  modificarse el edificio de la iglesia. En dichas normativas se establece  que han de ser levantados fuera del poblado, en parajes ventilados, y terrenos cuyas características faciliten la degradación de la materia, sin posibilidad de efectuar contacto con las capas freáticas, así como  la obligatoriedad de circunvalar el recinto con un muro lo suficientemente alto como para impedir la entrada de animales o personas que pudieran causar actos profanatorios  y que se aprovechen las ermitas como capillas cementeriales.

     Lo sorprendente e incomprensible es que los restos humanos inhumados en los cementerios viejos no solían ser removidos, como  así ocurrió en Robres tanto en el cementerio parroquial como en el de San Blas.

Respecto a las circunstancias que se dieron  hacia el año 1890 para cerrar el cementerio de San Blas y construir uno nuevo a 1 km del pueblo en el Camino Senés en un campo de Casa Cinticas, nombre que oí utilizar  a nuestros mayores como metonimia, se me ocurren las tres siguientes:

·         El crecimiento urbano hacia esta zona noroeste dando origen al Barrio de San Miguel.

·         La amenaza de derrumbe de la Ermita de San Blas el Viejo y desalojo de la misma trasladando la imagen del Santo y sus enseres a la Ermita de San Miguel en el pueblo.

·         La construcción En esas fechas del tramo carretero de Grañén a Robres (A-1214) hasta su empalme con la antigua de Sariñena-Bolea, actual A-1211.

 

     En 1963 el Ayuntamiento y la Parroquia pactan un acuerdo urbanístico de modernización de este espacio y solucionar, de paso, el estado de abandono y aparente deterioro del edificio de la ermita de San Blas y  su torre. Se procedió a su demolición siendo sustituida por una ermita más reducida y de estilo constructivo de moda en esos tiempos, como podemos observar en los pueblos de colonización. Se derribó parte del muro circundante dejando abierta la zona lindante a la carretera conservando únicamente la verja y muro de acceso al recinto. Como nuestra casa se construyó  en 1933 adosada a la sacristía y la torre de la Ermita en su cara Este, los restos de ese muro pasaron a formar parte de la nueva casa en 1962. Casa Regina quedó así ligada a esas reliquias constructivas de la Ermita de S. Miguel y de S. Blas.

 

    Lo que me sorprende mucho es el  no haber podido obtener todavía ninguna fotografía de dicha ermita, siendo que en la guerra civil sirvió de Centro logístico  de cocinas y avituallamiento para el frente de la sierra y en los años 50 ya venían visitantes con cámara de fotos.

    Como he nacido y me he criado pegado  a este recinto y a los pies de su torre tengo muy grabados en mi memoria los detalles del mismo y me he permitido reflejarlos en este  croquis y en esta maqueta que ilustran mi semblanza  de este  espacio urbano para recuerdo de unos e información a las nuevas generaciones de robresin@s.

 

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